Tradicionalmente, la formación profesional se ha considerado a menudo como la prima pobre de la enseñanza académica convencional. Sin embargo, cuando empezamos con el fin en mente y reflexionamos sobre el verdadero propósito de la educación, cada vez más nos encontramos con que la realidad es otra. Tenemos que plantearnos la pregunta básica de si la educación es sólo para adquirir conocimientos por su nombre o es para adoptar una serie de habilidades y competencias para seguir una carrera de elección y ganarse la vida decentemente. De hecho, el enfoque de los responsables políticos que promueven la educación profesional hoy en día se basa en la convicción de que es muy esencial para el desarrollo general de un estudiante.
Sorprendentemente, el debate sobre la formación profesional frente a la académica ha hecho estragos en todo el mundo y no se limita únicamente a las economías subdesarrolladas. Un reciente acto sobre educación superior celebrado en Estados Unidos concluyó con un amplio consenso entre el mundo académico, las empresas y el gobierno sobre el hecho de que los estudiantes que se gradúan en el sistema educativo estadounidense no están preparados para el mundo laboral.
El reto, por tanto, consiste en profesionalizar la educación general y transformarla de una educación "práctica" en una educación "práctica". La cuestión clave es analizar cómo situamos la formación profesional; ya sea en países desarrollados como el Reino Unido, Estados Unidos o Suecia, o en países en vías de desarrollo como la India, la formación profesional suele considerarse algo para los que no lo han conseguido; son hijos de un Dios inferior.
En los tiempos que corren es sumamente importante desprenderse de este pensamiento regresivo. Una forma de superarlo es establecer los vínculos causa-efecto de la formación profesional con el empleo. Los jóvenes de hoy en día están dispuestos a adquirir nuevas competencias y a incorporarse a nuevas profesiones que exigen conocimientos prácticos, y buscan una formación profesional que pueda conducirles directamente a un empleo.
Según "Reports and Reviews on Vocational Education and Training", diferentes países han explorado formas y medios de añadir valor a la formación profesional. Suecia, por ejemplo, ha forjado una asociación entre los proveedores de formación y los empresarios. Por otra parte, países como Túnez, en el norte de África, han tenido bastante éxito en el desarrollo de este vínculo con las grandes empresas. En China, se hace más hincapié en el "liderazgo institucional" y los propios profesores (o los educadores profesionales) realizan prácticas con los líderes de la industria. También en la India, el Ministerio de Desarrollo de Recursos Humanos (MHRD) ha participado activamente en la promoción de la formación profesional y el desarrollo de competencias a distintos niveles.
Con el objetivo de integrar las competencias en la educación superior y facilitar la movilidad vertical de los estudiantes que aspiran a cursar un programa de grado a través de programas de 6 a 24 meses de duración, la Red de Desarrollo de Competencias de las Fundaciones Wadhwani (SDN) ha trabajado estrechamente con el Ministerio de Desarrollo de Recursos Humanos (MHRD), elaborando un plan de colegios comunitarios con el MHRD/UGC y acogiendo a un comité de ministros de educación estatales en colegios comunitarios de EE.UU. para establecer colegios comunitarios. Esto condujo a un proyecto piloto de 200 Community Colleges financiado por el MHRD. Además, la UGC ha financiado 103 Community Colleges y 127 Colleges para B.Voc.
Pero aún queda mucho camino por recorrer. La formación profesional necesita una sana colaboración entre el sector público y el privado que aporte calidad y valor añadido en cada fase de la implantación de los planes de estudios. Los jóvenes necesitan una buena dosis de confianza y autoestima para entrar en un mercado laboral más exigente. Los planes de estudios estatales y nacionales deben modificarse para tener en cuenta formalmente las asignaturas profesionales que inculcan el "hacer" además del "saber". Los actuales programas nacionales de aprendizaje y formación pueden revisarse y modificarse a la luz de las mejores prácticas. Esto puede cambiar las reglas del juego en la India que se esfuerza por convertirse en una economía más industrializada, con un mayor impulso a la educación y formación profesional.