Confiamos en organizaciones como el Consejo Nacional de Evaluación y Acreditación (NAAC) y el Consejo de Calidad de la India para garantizar que se mantiene y ofrece un nivel aceptable de calidad en diversos ámbitos de la vida. A modo de ejemplo, hace más de cinco décadas surgió en Estados Unidos la práctica de la acreditación educativa para garantizar unos niveles mínimos de calidad en sus colegios y universidades. En la India, la NAAC se creó en 1994 para hacer lo mismo. Estas normas se esfuerzan por evaluar la calidad de los programas académicos y contribuyen a crear una cultura de mejora continua.
De origen francés, la palabra acreditación significa "dar fe" o "conferir crédito o autoridad". Conlleva valores de confianza, calidad y transparencia. La acreditación obliga a las organizaciones a cumplir y mantener normas estrictas, lo que a su vez aumenta la confianza del público en su oferta.
En todo el mundo, emprendedores jóvenes y no tan jóvenes están desarrollando soluciones a los acuciantes problemas del mundo en educación, sanidad, agricultura, ecología, transporte y otras áreas. Al mismo tiempo, en la última década, la incubación de empresas emergentes como concepto, y las incubadoras y aceleradoras como instituciones de apoyo, han cobrado fuerza. En la India, un número cada vez mayor (más de 300) de incubadoras y aceleradoras académicas y privadas (muchas apoyadas por la Misión de Innovación Atal del NITI Aayog y el Departamento de Ciencia y Tecnología) están actuando como catalizadores del movimiento startup.
Puede que sea un buen momento para aplicar el concepto de acreditación al campo emergente de la incubación de empresas incipientes. COVID-19 ha puesto en primer plano la necesidad de empresas inclusivas y de alta calidad. Incorporar a miles de nuevos empresarios a la corriente económica es una prioridad nacional, y la solución es la creación de empleo mediante la incubación. Esto pone de relieve la calidad operativa de los viveros de empresas y sus tasas de éxito. Por desgracia, el éxito de los viveros de empresas es más bien esporádico e imprevisible, y muchos de ellos tienen dificultades para atraer a fundadores y miembros de equipo de alta calidad. Además, las organizaciones que conceden subvenciones están preocupadas por el bajo rendimiento de sus inversiones, medido por la creación de empleo y las tasas de éxito de las empresas emergentes que se gradúan. A medida que escasean los fondos públicos, se pide a las incubadoras que reevalúen sus modelos de negocio para ayudarlas a convertirse en organizaciones de alta calidad que puedan autofinanciarse. Transformar los viveros de empresas en poderosas instituciones de cambio es una prioridad nacional.
La necesidad del momento es un sistema de acreditación creíble y fiable que las incubadoras puedan utilizar como guía hacia la excelencia y que proporcione a las partes interesadas una mayor confianza en sus capacidades y resultados. Para ello, necesitamos desarrollar normas que ayuden a producir empresas emergentes sólidas: de forma más coherente y con un uso más eficiente de los recursos de las incubadoras.
Algunas de las ventajas de la acreditación de incubadoras son:
- Un vocabulario común a nivel de ecosistema sobre los resultados de las incubadoras y el éxito de las empresas emergentes, y una comprensión compartida de los principales procesos de incubación/normas de rendimiento.
- Proporciona a las nuevas empresas un medio objetivo para evaluar y seleccionar la incubadora que mejor se adapte a sus necesidades. La acreditación conduce a una mayor calidad y responsabilidad: como fundador que lee esto, puede sentirse seguro sabiendo que está seleccionando una institución cuyo programa ha pasado estrictas medidas de calidad y ha sido examinado por otros en el campo.
- Uno de los mecanismos más eficaces para crear grandes incubadoras es invertir en procesos desde el principio. La acreditación permite implantar sistemas sólidos que ayuden a la incubadora a crecer de forma controlada a medida que aumenta la cantidad y la calidad de su oferta.
- Ayuda a crear un impulso a nivel de ecosistema para desarrollar competencias en áreas clave de la incubación, como la contratación de nuevas empresas, el programa de éxito de nuevas empresas, la tutoría, la participación de inversores, la gestión de equipos, etc.
- Proporciona una base para determinar la elegibilidad para el uso nuevo o continuado de fondos públicos y subvenciones privadas, así como el grado de intervenciones necesarias para "reactivar" la institución.
- Ofrece a los diversos socios de la incubadora, como inversores, mentores y empresas, la confianza de que están trabajando con una institución que aporta pruebas de su calidad y compromiso de categoría mundial.
La acreditación aporta una mentalidad de reflexión, autoevaluación y mejora continua dentro de una incubadora. Además de crear confianza externa, la acreditación infunde un sentimiento de orgullo en el equipo de la incubadora. Garantiza que su dirección, los gestores de las cohortes, el personal y los consejos asesores participen en la evaluación y la planificación institucionales. La acreditación de las incubadoras es una idea poderosa cuyo momento ha llegado. Para convertirla en realidad, necesitamos estudiar iniciativas similares en otras industrias, seguidas de un discurso nacional sobre el nuevo enfoque. Tenemos que asegurarnos de que las nuevas normas de acreditación den prioridad a la autoevaluación de las incubadoras y a la mejora continua como medio para crear instituciones viables y duraderas.