El censo de 2011 nos dice que entre el 6 y el 7% de la población, es decir, entre 70 y 90 millones de personas, en India son discapacitadas. Las cifras reales son mayores. Según una estimación de la OMS, hay 1.000 millones de personas con discapacidad en todo el mundo, lo que significa que 15% de la población mundial, por término medio, es discapacitada. Lógicamente, India también tendrá 15% o más. Pero esta cifra no aparece en las encuestas ni en los estudios porque la discapacidad es un tabú social y no se denuncia. A esto se añade el hecho de que la definición de discapacidad elaborada por India no identifica eficazmente a todas las personas con discapacidad. La Ley de Personas con Discapacidad de 1995 adopta una definición médica. En realidad, la sociedad tiende a ver la discapacidad más allá de la definición médica.
Pero hay esperanza. Incluso teniendo en cuenta la cifra conservadora de 6% de personas con discapacidad, entre 3 y 5 millones tienen estudios. En 1999, el Centro Nacional para la Promoción del Empleo de Personas Discapacitadas (NCPEDP) observó que sólo 100.000 estaban empleadas en empresas de la India, y aún hoy no ha cambiado mucho la situación. La tasa media de empleo de discapacitados en el sector privado era de sólo 0,28% y en el sector público se situaba en 0,54%. Un estudio de 2008 encargado por la Comisión de Planificación demostró por qué las cifras eran tan abismales: Las PCD desconocen sus derechos laborales, la fuente de información eran las bolsas de empleo y la televisión, y ambas resultaban ineficaces, y muchos Estados no respetaban las directrices establecidas para la contratación de PCD. En otras palabras, falta voluntad social, administrativa y política.
La buena noticia es que los mercados laborales están mejorando. El FMI prevé que la tasa de crecimiento de la India se mantenga en el 7,5% para 2016-17. Si la tendencia se mantiene, dará lugar a una expansión de los mercados laborales. En los próximos años, la India buscará mano de obra barata pero fiable, y ¿de dónde procederá? El segmento de las personas con discapacidad, educado pero invisible, puede ayudar fácilmente a llenar este vacío. Esta reserva de talento ha demostrado una y otra vez que es fiable, centrada, productiva y leal.
La pregunta es: ¿cómo capacitarlos adecuadamente para las necesidades de la industria en los próximos meses? El primer paso es centrarse en políticas que protejan los derechos de las personas con discapacidad, les informen de las oportunidades disponibles, garanticen el acceso a la formación y creen metodologías para financiar la formación o poner préstamos a su disposición.
Parte de este trabajo ya se ha iniciado. El departamento de empoderamiento de las personas con discapacidad, dependiente del Ministerio de Justicia Social y Empoderamiento, ha empezado a poner en marcha estas medidas. Al mismo tiempo, la idea de involucrar a organizaciones sin ánimo de lucro para que ayuden a las empresas públicas (a cumplir su compromiso del 3% de contratar a personas con discapacidad) y a las organizaciones privadas a identificar y formar a personas con discapacidad en competencias industriales emergentes puede suponer un gran impulso. Estas empresas pueden centrarse en la creación de contenidos electrónicos interactivos para la formación, encontrar financiación para el desarrollo de nuevos dispositivos de asistencia e identificar modelos de coinversión con institutos de formación empresarial.
No son ideas demasiado ambiciosas y, con un poco de voluntad, pueden hacerse realidad.
Atul Raja es Vicepresidente Ejecutivo de Marketing Global de la Fundación Wadhwani.