El término "dividendo demográfico", tan común hoy en día, debe entenderse mejor. El Fondo de Población de las Naciones Unidas (FPNU) lo define como el potencial de crecimiento económico que puede resultar de los cambios en la estructura por edades de la población de un país, principalmente cuando la proporción de la población en edad de trabajar (de 15 a 64 años) es mayor que la proporción de la población en edad de no trabajar (de 14 años o menos y de 65 años o más).
En otras palabras, este impulso de la productividad económica puede producirse cuando hay un número creciente de personas en la población activa en relación con el número de personas dependientes.
Se prevé que India se convierta en el país más poblado del mundo, superando a China entre los años 2022 y 2028, con una edad media de 32 años. Se espera que para entonces más del 60% de la población india se encuentre en esta categoría de edad laboral.
Sin embargo, el factor más importante para hacer realidad el dividendo demográfico de India es el acceso a una educación y unas cualificaciones de calidad. Un vistazo a las estadísticas revela lo alarmante de la situación: sólo entre 2 y 8% de la población activa actual recibe algún tipo de formación profesional formal/no formal, frente a los 75% de Alemania o los 96% de Corea del Sur.
Cada año, 12 millones de indios se incorporan a la población activa, pero la mayoría de ellos no están cualificados. Se calcula que más de 94% de la población activa carece de formación técnica y sólo 8% en las zonas rurales y 30% en las urbanas tienen estudios generales de secundaria superior o superiores.
La tarea urgente consiste en aumentar la capacidad actual de formación profesional y técnica del país de 4 a 15 millones (incluidas las necesidades de formación de la mano de obra existente). Así pues, cabe suponer que, a menos que se haga algo urgentemente para abordar y detener esta situación, el dividendo demográfico puede convertirse en un desastre demográfico.
En parte, la crisis del Golfo Pérsico, popularmente llamada la Primavera Árabe, recuerda a un malestar muy similar entre los jóvenes de ese país. Sin embargo, es justo decir que el Gobierno actual es consciente de este reto y ha tomado medidas para hacer frente al creciente déficit de cualificaciones.
La creación de un Ministerio de Desarrollo de Competencias e Iniciativa Empresarial (MSDE), la Corporación Nacional de Desarrollo de Competencias (NSDC) y la promulgación del Marco Nacional de Cualificación de Competencias (NSQF), el plan de profesionalización de la educación secundaria o el renovado plan de colegios comunitarios son algunas de las iniciativas clave que indican la firme intención del Gobierno de abordar el déficit de cualificaciones. Sin embargo, aún queda mucho por hacer para que las iniciativas se pongan en marcha sobre el terreno.
Tomemos por ejemplo el caso de los ITI. Creados a principios de la década de 1950, los ITI se concibieron para formar a quienes abandonaban los estudios y convertirlos en mano de obra cualificada para el creciente sector manufacturero. Siguiendo el ejemplo de otros países industrializados, se introdujeron a intervalos regulares programas de formación y aprendizaje en distintos oficios. Sin embargo, los ITI siguen ofreciendo programas anticuados, que ya no son pertinentes para los complejos y avanzados procesos de fabricación actuales.
Opciones de enseñanza superior
El proceso de modernización de estos programas a través de los Consejos de Mentores Industriales requiere una atención urgente. Sin embargo, el lado positivo es que el Gobierno ha propuesto recientemente modificar las normas para que estos programas también empiecen a ofrecer opciones de movilidad para acceder a la educación superior a quienes hayan abandonado prematuramente la educación formal o no hayan ido a la escuela.
Los aprobados del ITI tendrán la oportunidad de presentarse a un examen de idiomas y obtener el reconocimiento equivalente al 10º o 12º curso, lo que les allanará el camino para continuar estudios superiores, si les interesa, o les ofrecerá cierto reconocimiento social limitado y paridad.
Del mismo modo, el programa de aprendizaje, recientemente renovado, debe colmar algunas lagunas. Aunque el Gobierno está presionando al sector privado para que acoja y aumente el número total de aprendices en el marco de este programa, debe prestar la misma atención a la aplicación en los ministerios y las empresas públicas.
Por lo tanto, si la India quiere aprovechar su dividendo demográfico, tiene que haber un diálogo y un compromiso continuos entre todas las partes interesadas: el Estado, el Centro, el mundo académico y la industria. El compromiso y la coherencia en el enfoque son fundamentales para prepararnos para satisfacer esta enorme demanda de cualificaciones.
La formación basada en la industria y la tecnología es la única solución a este problema y, a menos que se tomen medidas definitivas en todas estas áreas, las aspiraciones de formación de la India seguirán siendo una quimera.