Entender la nueva normalidad del trabajo

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Entender la nueva normalidad del trabajo

Por Javier Campos

Nos guste o no, el mundo decidió cambiar sin nuestro consentimiento y ha generado innumerables restricciones de las que puede depender nuestra vida. Entre las posibles soluciones está la oficina en casa. Atrévase a adoptarla en su organización.

Aunque el home office es una práctica con muchos años de vida en todo el mundo, en América Latina ha habido cierta resistencia a adoptarlo, aunque algunos países están cediendo lentamente al cambio.

En tiempos como los que vivimos, es evidente que la tendencia de esta práctica irá en aumento, ya que la necesidad nos instará a trabajar desde casa como medida preventiva ante la pandemia actual. Es precisamente ahora cuando se pone de manifiesto la dificultad o resistencia a este u otros modelos -que no tendremos más remedio que adoptar-, aunque es interesante preguntarnos: ¿por qué nuestra región no ha querido sumarse a este formato desde que se creó en la década de los ochenta del siglo pasado? ¿Por qué el home office ha sido difícil de aplicar? ¿Qué entendemos por home office? ¿Y dónde está el gen de la resistencia a éste y otros cambios?

Es cuando surge la expansión de las plataformas digitales que poco a poco, sobre todo las empresas dedicadas a este rubro, se dan cuenta que trabajar desde casa, o lo que comúnmente llamamos home office puede ser una alternativa para generar mayor productividad y ahorro en espacios físicos, traslados, etc.

Algunos países comenzaron a utilizar este tipo de prácticas muy rápidamente y otros, por alguna extraña razón, trataron de posponer la efectividad del home office por muchos años. En el caso de México, para 2007 aún se hablaba de la posibilidad de que "algún día" esta forma de trabajo se materializara, sin embargo, en general, existe desconfianza por parte de las empresas en torno a este formato de trabajo, sobre todo si no son de comunicación y/o sistemas.

Ventajas de la oficina en casa

Si nos fijamos en las cifras, comprenderemos que el trabajo a distancia es sumamente cómodo y que, en tiempos como los actuales de cuarentena mundial, las actividades a distancia se convierten en una necesidad. Además, se ha demostrado que el teletrabajo implica que 23% de los trabajadores que trabajan desde casa aumentan su productividad, que el absentismo disminuye en 19% y que la rotación disminuye en 40%.

De hecho, se considera que 50% de los trabajadores del mundo harán home office este año, por lo que, aunque México ocupa el tercer lugar detrás de Argentina y Chile en la práctica del trabajo remoto, es necesario recordar las cualidades del trabajo en casa y ciertos temas que son de importancia en esta práctica.

Como trabajador, no hay que tener miedo al cambio. Trabajar desde casa implica algunos cambios, pero todos ellos merecen la pena como hemos explicado, por diferentes motivos, y es hora de ponerse manos a la obra. Para que una oficina en casa sea lo más productiva posible se recomienda lo siguiente:

  1. Es necesario primero tratar de tener un espacio alterno en la misma casa, se recomienda que siempre se trabaje en un lugar diferente al espacio designado para descansar.
  2. Lo mejor es intentar hacer la rutina normal, es decir, levantarse a la hora a la que lo hacemos todos los días y seguir la misma rutina, aunque el siguiente paso sea sentarse delante del ordenador.
  3. Otro gran consejo de los especialistas es no dejar de socializar con los compañeros de trabajo incluso online, es una buena forma de sentirse "dentro" de la rutina laboral. También es útil hacer pequeñas pausas durante el día e intentar parar a la hora indicada.

¿De dónde vienen los paradigmas?

Volviendo al tema de la resistencia que se ha dado en la región latinoamericana, sería interesante tratar de cambiar nuestros paradigmas conociendo un poco de nuestra propia historia, que es donde podemos encontrar una respuesta a esta forma que tenemos de entender el trabajo y por lo tanto una serie de ideas sobre el mismo que se han conservado durante siglos.

Si repasamos la historia del trabajo, encontraríamos varias cuestiones sobre las que podríamos reflexionar antes de tener esa resistencia común a las diferentes formas de llevarlo a cabo según la época y así intentar reformar nuestras propias conclusiones y llegar a decisiones más meditadas.

La necesidad de trabajar nace con la necesidad de recolectar y cazar para obtener alimentos; Cuando el ser humano se vuelve sedentario, comienza la producción de sus propios alimentos, es entonces cuando nace la agricultura, el comercio y la ganadería. Esto lleva al ser humano a generar esclavitud, es decir, trabajo a cambio de libertad.

Luego viene el feudalismo, que es una economía totalmente rural en la que los esclavos se convierten en siervos. Con la modernidad llega la revolución industrial y con ella la automatización del trabajo, mediante la cual se cambian unas horas de trabajo por un salario mínimo y aparecen los sindicatos que se crearon para la defensa del trabajador.

Así han pasado varias revoluciones industriales. La más actual (evidentemente, ya no) tiene ciertas necesidades en los países más desarrollados, ya que la retribución del trabajo y los derechos de los trabajadores están filtrados y vigilados por el consenso internacional. Sin embargo, ocurre en las economías emergentes, las costumbres cambian y generan hitos que han dejado de estudiarse y en los que merecería la pena hacer algún tipo de investigación más profunda.

En el caso de China, por ejemplo, a pesar de ser la segunda economía más importante del mundo, desde los primeros 10 años de este siglo se cuestionó en muchos aspectos que la forma de trabajar de la industria manufacturera en este país pudiera considerarse una especie de "esclavitud moderna".

Cambio inminente

Han pasado los años y las preguntas son esas y otras. Se ha llamado la atención sobre ellas y las organizaciones mundiales han intentado cambiar poco a poco este formato tan arraigado en ese país.

Al mismo tiempo, de repente ocurre que el mundo decide cambiar con o sin nuestro consentimiento, surge una pandemia como la que estamos viviendo, generando innumerables restricciones de las que puede depender nuestra vida, y entre las posibles soluciones están las que muchos países han puesto a consideración por temor a un cambio en la forma de trabajar en

La opción del trabajo a distancia concentra al 50% de los trabajadores del mundo, y recurrir a este tipo de operaciones, que, como hemos descrito, utilizaron empresas como Microsoft, Apple, Hewlett Packard, IBM, etc., en los años 80. no puede seguir viéndose como una debilidad, un "no hay manera" o un asunto de "sólo esta vez".

El futuro exige otras formas de entender el trabajo y no podemos seguir postergando las prácticas más seguras y eficaces para seguir produciendo en tiempos difíciles como los actuales.

Así como en el caso de China, donde el hacinamiento de trabajadores bajo vigilancia con control para ir al baño o comer, es una práctica que se remonta a los tiempos del imperio y el feudalismo, en América Latina podríamos preguntarnos si no es la práctica del señor feudal, tan común en el mundo novohispano que muchos hasta la llamaban "tata", idea impuesta que tenemos de que al trabajador hay que vigilarlo "de cerca", o "guiarlo", porque siempre nos puede necesitar.

¿No será que esta vigilancia, esta necesidad extrema de atención es una forma de control heredada de algún pasado que ni siquiera somos capaces de observar?

"En el ojo del amo engorda el caballo", dice una frase mexicana muy antigua que seguramente tendrá su reproducción en todos los países latinoamericanos. Pero si el caballo se enferma, mejor turnémonos para cuidarlo.

Son momentos difíciles; el aislamiento ya será difícil de conciliar en nuestras culturas que incluyen la vida social en sus días. Que sólo esas sean nuestras preocupaciones y entremos de una vez en el futuro que la historia nos exige; Trabajemos desde casa con la misma responsabilidad que tenemos cuando vamos a nuestras oficinas y como líderes, seamos capaces de entender que no son tiempos de duda sino de preocupación por los nuestros: nuestros trabajadores, nuestros asociados, nuestros colegas, nuestros compradores, productores y todos y cada uno de los integrantes de la cadena productiva.

Esta es nuestra forma de salvar vidas hoy, haciendo lo necesario sin poner ideas de otro tiempo que ya no es el presente y que sólo nos hacen perder oportunidades en un mundo que ya ha cambiado.

Javier Campos es Vicepresidente para América Latina de la Fundación Wadhwani

Fuente: Empresario

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